¡Ha vuelto el fin al mismo lugar de siempre!
Ha vuelto, a sentarse en estos viejos y gastados asientos,
a estas cuatro paredes llamado salón de clases.
Ha vuelto el fin, con ese aroma a distancia,
a sepáranos después de unirnos bajo los rayos del sol
que ingresaron por las ventanas.
Ha vuelto el fin a sentarse sobre nuestras conciencias,
después de degustar nuestra inocencia retratada en los espejos
Ha vuelto el fin a dictar sentencia, a agitar nuestros brazos cohibidos,
ha vuelto a dejar toneladas de plomo sobre nuestras hilarantes
cabezas, para que pese tanto la culpa, como el amor que nos
tuvimos…
Ha vuelto el fin a tratarnos como secuaces de un destino fugaz,
a gritarnos en tono audaz, que nunca hubo pasión, solo desatino.
¡Como quisiera decirles que no se vayan
en busca de probar de esto y aquello!
Y ante esta pena que me quiebra,
decirles; por favor, no borren las huellas
que dejan cual gaviota en la orilla de la playa
como presencia pura que estuvimos juntos en estas aulas.
¡Recorrimos los caminos escabrosos y cretinos!
Para encontrarnos en los valles caprichosos del destino
¡Pues el fin tiene sentido en nuestros ojos vedados!
Cuando se vislumbra la luz tenue en la que hemos varado
Para que la ausencia profana contenga la memoria,
que turbulenta por las mejillas se nos escapa sin historia, y se
confunde en nuestras manos que renuncian a la gloria,
Manos que no abren puertas ni permutan,
este ocaso por el alba, ni la derrota por la victoria.
Dueto literario:
Julio Goicochea - Perú
Alexander Savramis - Chile
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