Mi dolor más grande:
En el rincón sombrío de mi mente,
me sentaré a escribir sin invocar a Wells
ni a Orwell.
Cuando mis sombras susurren en silencio,
allí estará la tristeza, paciente,
tejiendo con lágrimas su lienzo.
Invocaré a Vallejo, para sentir
que mi dolor es menos en la vida.
Cuando mi soledad se adueñe de la noche,
abrazaré su alma con frialdad sutil,
y en sus abrazos, mi corazón se encoge,
sintiendo el vacío, su eco febril.
Invocaré a Arguedas,
porque mi dolor es un río sin cauce,
un lamento que nunca se va,
es un suspiro que nunca se escucha,
un grito que nadie entenderá.
No estará Poe en la penumbra de mis pensamientos,
donde la luz apenas puede entrar,
la tristeza, la soledad y el dolor
bailaran juntos, sin cesar.
No obstante, en mi oscuridad habrá esperanza,
una chispa que lucha por brillar,
un rayo de sol en la distancia,
y un motivo para continuar.
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